Tarta de Queso de la Viña

Para inaugurar esta nueva etapa del blog he elegido una receta básica en mi cocina desde que la probé por primera vez, la tarta de queso de la Viña. Una tarta donostiarra que ya tiene nombre propio. Y se lo merece, os lo prometo. Dónde la llevas, triunfa, seguro. Y encima, es taaaaaan sencilla de preparar que no vais a tener ningún problema en conseguir un resultado excelente.

Con sus sólo cinco ingredientes, parece casi imposible conseguir esa textura suave y cremosa casi de otro mundo, pero si, os aseguro que ¡os vais a relamer los bigotes como un gato!

He visto que por la red circulan varias recetas bajo este nombre, pero ninguna de ellas es correcta. Todas añaden cosas raras, que si aroma de vainilla, que si batidos extraños... No hagáis caso. Es mucho más sencilla que todo eso. Ésta receta que os traigo hoy es la original, de mano de una amiga muy querida que además frecuenta el restaurante dónde preparan la tarta original.

En el fantástico Foro del Pan tenéis un hilo completo dedicado a esta tarta tan fantástica, y en su primera entrada, la receta perfecta transmitida y compartida por nuestra querida Maypi.

Ingredientes (para un molde de 20cm):

- 4 huevos L

- 570g de queso tipo Philadelphia (no vale la versión Light)

- 285ml de nata 35%MG

- 1 cucharada sopera de harina (podéis utilizar Maizena para hacerla apta para celíacos)

- 180g de azúcar

Preparación:

Precalentar el horno a 235º, arriba y abajo.

Preparar un molde desmoldable de 20cm. Hay que forrarlo muy bien por dentro con papel de aluminio de manera que las paredes queden más altas, esta tarta crece mucho en el horno y no queremos que se desborde. Forrarlo también con papel de horno.

Poner en un bol el azúcar con los huevos y batir con la batidora de brazo de toda la vida y el accesorio de cuchillas. Nada de espumar hasta duplicar volumen, simplemente batir hasta que se mezcle todo.

Cuando esté mezclado, añadir el queso y seguir batiendo hasta obtener una crema espesa. Añadir ahora la nata y mezclar.

Por último añadir la cucharada de harina y darle un último batido.

El proceso total de mezclado no lleva más de cinco minutos, ¡es así de fácil!
Verter la mezcla en el molde y meter en el horno.

Hornear alrededor de 35 minutos. Tener en cuenta que cada horno es un mundo, así que hasta que le cojáis el punto ir vigilando cuando se acerque el final, si a los 34 minutos está bien hinchada, pero aun no está dorda, encender el grill dos minutos, vigilando como un halcón para que no se queme, pero si se tueste.

La tarta tiene que quedar tan tostada como veis en la foto, eso es lo que le da su punto tan especial. Pero a la vez, cuando la saquéis del horno tiene que estar muy temblona, que os de la sensación de que aún le falta horno. Al dejarla enfriar en el molde acabará de cuajar lo justo para que quede lujuriosamente cremosa en el centro.

Yo no recomiendo andar trajinando la tarta con el tema de desmoldarla a un plato bonito, es muy delicada, prefiero dejarla con su aspecto rústico en el mismo papel de horno que se horneó.

Os prometo que donde la vayáis a llevar triunfaréis como la coca-cola. Es simplemente adictiva, hasta los que no son excesivamente dulceros la adorarán.